Los efectos que el tabaco tiene en los niños se dejan notar incluso durante el embarazo, pero, pese a eso, más de la mitad de las gestantes que son fumadoras pasivas lo son en el propio hogar, según un estudio del proyecto INMA. Anna Boluda ha entrevistado a uno de sus responsables.
En España, casi una de cada cuatro mujeres embarazadas fuma, y de las que no lo hacen, más de la mitad son fumadoras pasivas, en buena parte porque sus maridos o compañeros fuman dentro de casa. Son los principales resultados de un amplio estudio realizado en el marco del proyecto INMA, publicado recientemente, y del que su investigador principal, Juanjo Aurrekoetxea, del Departamento de Medicina Preventiva y Salud Pública de la Universidad del País Vasco, concluye que “la sociedad es todavía poco consciente del problema que supone fumar delante una mujer embarazada o un niño”.
El estudio incluyó datos de más de 2.300 mujeres en el tercer trimestre de embarazo, recogidos en Guipúzcoa, Asturias, Sabadell y Valencia entre los años 2004 y 2008. Todavía se podía, por tanto, fumar en algunos centros de trabajo y locales de ocio y restauración. Las participantes completaron cuestionarios sobre cuándo y dónde estaban expuestas al humo del tabaco, y también se obtuvieron muestras de orina para medir la cotinina, que es el metabolito de la nicotina una vez ha pasado por el hígado.
Embarazadas fumadoras y embarazadas fumadoras pasivas
La investigación del grupo INMA indica que el 18,5% de las mujeres estudiadas declaraban ser fumadoras activas en ese momento. Y los análisis detectaban otro 4% con índices de cotinina que hacen pensar que probablemente también lo fueron.
Del resto de mujeres, el 55% referían a los cuestionarios estar expuestas al humo del tabaco de forma pasiva. La probabilidad era más alta con niveles socio-educativos más bajos y también entre las embarazadas más jóvenes, las menores de 25 años.
De todas ellas, el 10% indicaron que la exposición al tabaco tenía lugar en el trabajo; el 20%, los restaurantes, y el 25%, en bares y otros locales de ocio, que en aquellos años todavía tenían permitido fumar en el interior.
Los porcentajes más altos, sin embargo, se registraban en el propio hogar.
El veneno, dentro de casa
El 21% de estas embarazadas fumadoras pasivas afirmaron recibir el humo del marido o compañero, que fumaba dentro del hogar. Otro 10% tenían parejas fumadoras, pero se abstenían de fumar en el hogar. Y el 7% tenían alguna otra persona, no la pareja, que fumaba en el domicilio.
Además, a la hora de medir la cotinina, las mujeres con niveles más altos eran las que tenían parejas que fumaban en casa, seguidas de aquellas que decían que la pareja fumaba pero no dentro del hogar. Y los resultados más altos aparecían cuando se registraban en lunes, justo después del fin de semana (no se recogieron muestras en sábado y domingo).
La exposición al humo en el ámbito doméstico es, por tanto, el resultado más preocupante del estudio. Porque si bien se espera que las próximas fases de la investigación, que ya incluirán datos posteriores a la ley de 2011 que restringió fumar en centros de trabajo y espacios de ocio, sean más positivas, dentro de casa no parece haber cambios. Tal y como explica Juanjo Aurrekoetxea, “da la impresión de que muchas de las parejas no evitan fumar delante de las mujeres embarazadas, o que ellas no les exigen que salgan a fumar en el balcón o fuera de casa”.
Nicotina prenatal, efectos en el parto y en el niño
Los efectos del tabaco sobre el feto y sobre la madre son muy importantes. En palabras del doctor Aurrekoetxea, “no hace falta decir que fumar es malo para la salud: es malo para la mujer, es malo para el embarazo y es malo para el feto, tanto de manera directa como para la vida posterior del niño. La exposición al humo del tabaco afecta al tamaño del feto y su desarrollo neurológico, y se asocia también con toda una serie de problemas reproductivos, como el parto prematuro, la rotura prematura de membrana, la placenta previa, etc.”.
Campañas poco efectivas
“A mí lo que me preocupa es qué podemos hacer los sanitarios ante este problema”, dice Juanjo Aurrekoetxea. Desde el sistema nacional de salud hace muchos años que se tienen en marcha campañas contra el tabaco, pero los resultados no son tan positivos como cabría esperar. “Lo que ha sido realmente efectivo han sido las prohibiciones legales, más que la educación que se pueda dar a la población: por un lado, la restricción de fumar en centros de trabajo y locales de ocio y restauración, y por otro, la prohibición de publicidad del tabaco, que tenía mucho impacto en los más jóvenes. Y hay que seguir insistiendo, debemos hacer entender los peligros de fumar delante de una mujer embarazada o un niño. Pero es un trabajo muy lento, un problema global con difícil solución. Y el problema más grave está dentro de casa, porque aquí no podemos incidir con leyes y no sabemos realmente lo que pasa”.
Los cigarrillos, ni electrónicos
Más allá de este estudio concreto, hemos querido saber la opinión de un experto en el tema sobre los nuevos cigarrillos electrónicos con los que algunos fumadores están sustituyendo el tabaco que consumían hasta ahora. “Todavía es muy pronto para saber cuáles pueden ser los efectos de estos cigarrillos”, dice el doctor Aurrekoetxea. “Quizás pueden servir para facilitar el abandono del tabaco por parte de las personas fumadoras. Pero lo que no podemos hacer es permitir que se puedan usar en bares o restaurantes ni en otros lugares donde ya está prohibido fumar. Si bien el cumplimiento de la ley de 2011 es bastante positivo en el global del Estado, todavía hay lugares donde la gente fuma en los bares, sobre todo a partir de ciertas horas.Permitir los cigarrillos electrónicos en estos espacios podría estimular a los fumadores de los convencionales a hacerlo también y estaríamos yendo hacia atrás”.
Lo mejor, como no se cansan de indicar médicos y administraciones, es no fumar en ninguno de sus formatos. Y sobre todo, no forzar a tragarse el humo involuntariamente a quienes puedan estar alrededor.